Se puede diferenciar distintos tipos de acosadores según el tipo de acoso que realicen:
Acosador psicológico o físico.
Acosador escolar: es el causante del acoso escolar, y es una persona menor de edad.
Ciberacosador: causante del ciberacoso, puede ser mayor o menor de edad.
Acosador sexual: causante del acoso sexual.
Acosador laboral: causante del acoso laboral.
Tipos de acosador psicológico
El obsesivo simple es un individuo que tiene una relación anterior con la víctima y que intenta seguir manteniéndola, esto es, se niega a aceptar que la relación que se establece en un determinado momento se acabe aunque se lo hagan saber repetidas veces. Este tipo de acosador es posible que durante la relación establecida, ya hubiera sido emocionalmente abusivo con la acosada o acosado. En investigaciones de Geberth se detecta que este grupo de acosadores es el más numeroso, un 47 %, y el que supone una mayor amenaza para la víctima.
El segundo tipo, el que demuestra un amor obsesivo, suele ser una persona sola, con poca facilidad para establecer relaciones personales, y en algunos casos puede sufrir enfermedades mentales como la esquizofrenia o el trastorno bipolar[cita requerida]. Es el acosador que persigue a una persona célebre y que no tiene contacto con la víctima más allá del límite de su propia mente. Supone el segundo grupo más grande, según Geberth, con un 43 % de los sujetos acosadores.
El tercero, el erotomaníaco, difiere del anterior en su percepción de que cree que es su víctima la que está enamorada de él, y por eso la persigue.
El cuarto grupo, formado por sujetos con el llamado síndrome de víctima falso (Hickey), se caracteriza por acusar a otra persona real o imaginaria de acosarlos a ellos
El acosador psicológico o Trastorno narcisista de la personalidad
Características generales
Según Antonio Chacón Medina, autor de "Una nueva cara de Internet: El acoso", el perfil genérico del acosador es el de una persona fría, con poco o ningún respeto por los demás. Un acosador es un depredador que puede esperar pacientemente conectado a la red, participar en chat o en foros hasta que entabla contacto con alguien que le parece susceptible de molestar, generalmente mujeres o niños; y que disfruta persiguiendo a una persona determinada, ya tenga relación directa con ella o sea una completa desconocida. El acosador disfruta y muestra su poder persiguiendo y dañando psicológicamente a esa persona.
Envidia
El sentimiento de inferioridad opera en forma de culpabilidad, que el acosador siente por no poseer atributos que él estima ideales. Los defectos físicos, intelectuales o emocionales generan un sentimiento de inferioridad que la persona intenta compensar superando esas carencias mediante el desarrollo de un complejo de superioridad. El complejo de superioridad hace que el acosador viva en la ficción de la posesión de valores, atributos y cualidades que en realidad no posee, negándolos en los demás de manera defensiva. Cuando surge en su entorno una persona (la víctima) que sí posee en verdad tales características, ello supone para el acosador un verdadero choque con la realidad. Su reacción ante esa dolorosa realidad suele consistir en negar, eliminándola, la fuente de la disonancia, desarrollando el psicoterror contra la víctima. El objetivo es hacer desaparecer a la víctima del horizonte psicológico del acosador porque sus capacidades suponen para este una desestabilización psicológica.
Carencia de principios o Perverso narcisista
Según Iñaki Piñuel y Zabala, los acosadores son "personas que tienen una profunda alteración de la personalidad. Son sujetos que carecen de norma moral interna; que no dudan en eliminar a un posible competidor. El acosador también puede ser un individuo narcisista, con un profundo complejo de inferioridad; pero que, ante los demás, siempre está diciendo lo mucho que vale.
Estos sujetos tienden a rodearse de personas mediocres o sumisas que confirman esta idea que tienen de sí mismos. En realidad, suelen ser personas poco brillantes; pero muy hábiles en la manipulación de los otros, tanto para conseguir su colaboración anónima y silenciosa, como para maltratar.
Son expertos en debilidades humanas. Son auténticos psicópatas; carecen de capacidad para ponerse en el lugar de los otros. Su mente, además, funciona al revés. Las lágrimas producen compasión; en ellos no. Los signos de debilidad son un detonante que acentúa su comportamiento agresivo. Estos psicópatas intentan humillar, anular, y aniquilar a su víctima. Para lograrlo, no dudan en agredir verbal o físicamente e inventarse todo tipo de rumores y calumnias. Así manipula a los demás y propicia su linchamiento público. El mobbing es causa, en Europa, de uno de cada cinco suicidios".
Según Rodríguez López en su libro "El Acoso moral en el trabajo" define a estas personas como " resentidas, frustradas, envidiosas, celosas o egoístas, teniendo uno, o varios o todos estos rasgos en mayor o menor medida. Están necesitadas de admiración, reconocimiento y protagonismo y lo que quieren es figurar, ascender o aparentar, aun cuando simplemente deseen hacer daño o anular a otra persona".
Carencia de empatía o Psicópata
El acosador psicológico, a diferencia de otro acosador como puede ser sexual mantiene hasta el último momento (la sentencia condenatoria) e incluso después, la convicción interna de no haber hecho nada malo. Así como en el acoso sexual, el sujeto activo que es demandado o denunciado, suele interiorizar a la llegada a los tribunales que algo ha hecho (...bueno, es cierto que ese día me pasé un poco...), aunque acto seguido intente desdramatizar su comportamiento con frases como "... pero no hay que tener una mente estrecha" o "estamos en una sociedad liberalizada" u otras similares.
El acosador psicológico carece de las habilidades emocionales que sus víctimas tienen, piensa que al destruir a su víctima puede asimilar de alguna forma sus competencias interpersonales.
Marie-France Hirigoyen, en su obra "El acoso moral", proporciona una serie de características propias de las personalidades narcisistas que pueden ayudar a detectar un perseguidor u hostigador en el lugar de trabajo:
El sujeto tiene una idea grandiosa de su propia importancia.
Le absorben fantasías ilimitadas de éxito y de poder.
Se considera especial y único.
Tiene una necesidad excesiva de ser admirado.
Piensa que la víctima se le debe todo.
Explota al otro en sus relaciones interpersonales.
Inmadurez emocional.
Carece de empatía (no se siente culpable) aunque pueden ser muy brillantes socialmente.
Puede fingir que entiende los sentimientos de los demás.
Tiene actitudes y comportamientos arrogantes.
Se siente acomplejado respecto a la víctima.
Según María José Edreira, en la "Fenomenología del acoso moral", la mayoría de los expertos en personalidad hablan de personalidad psicopática o antisocial (Adams y Crawford8), personalidad narcisista (Hirigoyen, Wyatt y Hare9), mediocridad inoperante activa (González de Rivera), psicópata organizacional (Iñaki Piñuel y Zabala). Se habla de rasgos paranoides, en realidad el perverso narcisista se aproxima mucho al paranoico, son parientes cercanos y se llevan bien, pero tiene solo parte de sus características de personalidad.
Su perfil psicológico tiene las siguientes características:
Falta de empatía: son incapaces de ponerse en el lugar del otro, se centran en sí mismos pero buscan el apoyo de los demás. Son insensibles, incapaces de deprimirse y de experimentar auténticos sentimientos de duelo o tristeza. En sus relaciones interpersonales ven al otro como a una amenaza, les falta humildad para enriquecerse y aprender de los demás. Viven atemorizados por las capacidades de las personas que los rodean.
Irresponsables y carentes de sentimiento de culpa: tienen dificultades para tomar decisiones en su vida diaria y necesitan que otras personas asuman esa responsabilidad. Se defienden mediante mecanismos de proyección y de negación de la realidad, le adjudican la culpa al otro. Es consciente de que no tiene sentimientos y los simula para enmascararse ante los demás. No tiene sentimiento de culpa pero es un maestro manipulando este sentimiento en los demás.
Mentira compulsiva y sistemática: en su máxima competencia. Suelen llevar una doble vida y rehacen su vida privada con facilidad porque se hacen pasar por víctimas. Fingen la apropiación de las características que les franquean la confianza de los demás tanto en su vida privada, como en la profesional y social. Son impostores que fingen para dar imagen de buena persona. Se nota con claridad que mienten, pero sus mentiras son tan grandes y tan descaradas en público que las víctimas se suelen quedar anonadadas, paralizadas e incapaces de responder.
Megalomanía y discurso mesiánico: se colocan en posición de referencia del bien y del mal, tienen discurso moralizante, exhiben valores morales irreprochables, se presentan como personas religiosas o cívicas. Consiguen así dar una buena imagen de sí mismos, a la vez que denuncian la perversión humana. Suelen tener habilidad retórica pero su discurso es muy abstracto, no son capaces de ser concretos y cuando lo intentan pasan al extremo de los detalles insignificantes.
Encanto personal: entran en relación con los demás para seducirlos. Se les suele describir como encantadores, de ahí la reacción de asombro de su entorno cuando son descubiertos en su crimen. Esta capacidad de seducción está muy relacionada con su forma de mentir, suelen utilizar las historias de otros en las que se ponen a sí mismos como protagonistas sin la menor vergüenza.
Vampirismo y estilo de vida parasitario: siente una envidia muy intensa hacia los que parecen poseer cosas que ellos no poseen, sobre todo hacia los que gozan de la vida. Son muy pesimistas y la vitalidad de los demás le señala sus propias carencias. Para afirmarse tiene que destruir. Compensa su déficit de autoestima con el rebajamiento de sus víctimas y la exaltación de sus supuestas cualidades. En la vida privada sus parejas suelen ser muy optimistas y se casan con personas de las que puedan vivir. Intentan siempre buscar un alto estatus social aunque no lo consigan. Cuando hablan a menudo se refieren a personas de alto rango social con las que tienen relaciones, casi siempre estas personas solo existen en su imaginación. En el trabajo consiguen que los demás les hagan el trabajo. Son incapaces de realizar tareas que otros harían sin la menor dificultad.
Paranoia: el perverso narcisista toma el poder mediante seducción, el paranoico por la fuerza. Los perversos narcisistas recurren a la fuerza física solo cuando la seducción deja de ser eficaz. La fase de violencia física del proceso de acoso moral es en sí misma un desequilibrio paranoico. Cuando atacan los perversos pretenden protegerse, atacan antes de ser atacados. También tiene el tipo de mecanismo proyectivo propio del paranoico: se sitúa y se hace percibir por los demás como víctima de las personas a las que agrede, que supuestamente le han traicionado.
Manipulación premeditada: no manipula de forma aleatoria como haría un psicópata criminal. El psicópata organizacional tiene un objetivo meditado y deliberado: el poder. La táctica del psicópata suele seguir siempre el mismo patrón: fase de estudio y evaluación, fase de manipulación y fase de confrontación.
Los sentimientos de inadecuación son los que llevan al acosador a eliminar de su entorno lo que considera una amenaza, la víctima. Los especialistas suelen hablar de los “cadáveres en el armario” del acosador moral, suelen tener un pasado “criminal” en el que han eliminado a sucesivas víctimas tanto en el trabajo como en la pareja. La experiencia que adquiere en sus años de acoso le hace perfeccionar su técnica hasta convertirlo en un maestro de la inducción al suicidio. Se les considera asesinos psicópatas en serie. El acosador moral es un muerto en vida que necesita la imagen de buena persona que los demás tienen de él para sobrevivir, en su obsesión por mantener esta imagen se enmascara, se lava las manos, evita manchar sus manos de sangre y echa su responsabilidad a otros.
Educación
Los acosadores provienen de cualquier capa de la sociedad, según los expertos, pero todos tienen una serie de rasgos en común. Todos han sido educados con valores como la sumisión y la prepotencia, y no en la igualdad, y están acostumbrados a avasallar, entre otros aspectos.
Los acosadores están motivados por un deseo de control sobre las acciones y sentimientos de sus victimas, y por un deseo de mantener algún tipo de conexión con ellas a través de la manipulación y control - sin tener en cuenta los deseos de la víctima. Con mucha frecuencia, los acosadores amenazan y molestan con un comportamiento hostil y agresivo que puede llegar a la violencia.
El ciberacosador
En el caso del ciberacosador, este se siente en una posición de poder desde el aparente anonimato que se percibe mientras se está “en línea”. Durante todo ese tiempo va recopilando toda la información posible acerca de su víctima, fundamentalmente en aquellos aspectos que forman parte de su vida privada y de sus movimientos en la Red. Una vez obtenida dicha información, es cuando el acosador inicia su proceso de acoso. Sin embargo, si el acosador es realmente una persona depravada y/o enferma y, si la información obtenida hasta ese momento es suficiente, comenzará el asedio mediante los diferentes medios que tenga a su alcance. Su motivación para el acoso siempre gira en torno al acoso sexual, la obsesión amorosa, el odio, la envidia, la venganza o la incapacidad de aceptar un rechazo.
Cobardía
En el caso de ciberacoso, se añade la característica de cobarde, ya que se oculta tras el aparente anonimato y falsificación de identidad que proporciona Internet.
El acosador laboral
El fin último del acosador es el asesinato psicológico de la víctima, y el motivo principal encubrir la propia mediocridad, todo ello debido al miedo y la inseguridad que experimentan los acosadores hacia sus propias carreras profesionales. De este modo se puede desviar la atención o desvirtuar las situaciones de riesgo para ellos, haciendo de las víctimas verdaderos chivos expiatorios de las organizaciones. La mera presencia de la víctima en el lugar de trabajo desencadena, debido a sus características diferenciales, una serie de reacciones inconscientes, causadas por los problemas psicológicos previos que presentan los hostigadores. En otras ocasiones, el temor procede de la amenaza que supone para éstos el conocimiento por parte de la víctima de situaciones irregulares, ilegales o de fraudes.
Los agentes tóxicos del acoso son en la mayoría de los casos los superiores o jefes, apoyados a menudo por esbirros o sicarios. También hay muchos acosadores entre los propios compañeros de la víctima, y se calcula que, en un 4% de casos, el mobbing es de tipo ascendente, es decir, del subordinado al superior.
Es frecuente la actuación de los acosadores en grupos o bandas de acoso, y los actos de hostigamiento suelen ser, como se ha visto, gritos, insultos, reprensiones constantes, humillaciones, falsas acusaciones, obstaculizaciones, bromitas, rumores malintencionados (chismes), motes... Todo lo cual puede desembocar en el auténtico linchamiento psicológico de la víctima, que si es practicado entre todos los trabajadores es muy difícil de probar, por lo que el asesinato psicológico habrá resultado perfecto.
La exposición a estas conductas de hostigamiento reales y observables no es algo casual sino plenamente causal o intencional puesto que quien acosa intenta, con mayor o menor consciencia de ello, un daño o perjuicio para quien resulta ser el blanco de esos ataques, muy especialmente el amilanamiento y la quiebra de su resistencia psicológica a medio plazo. Todo proceso de acoso psicológico en el trabajo tiene como objetivo intimidar, reducir, aplanar, apocar, amedrentar y consumir emocional e intelectualmente a la víctima, con vistas a anularla, someterla o eliminarla de la organización, que es el medio a través del cual el acosador canaliza y satisface una serie de impulsos y tendencias psicopáticas.
Los trabajadores con algún tipo de diversidad funcional (trátese de autismo, síndrome de Down, oligofrenia, síndrome de Asperger, etc.) son los más proclives a sufrir acoso laboral debido a sus características.
No es infrecuente encontrar (aunque no es siempre el caso) que esa necesidad insaciable de agredir, controlar y destruir que suelen presentar los hostigadores, procede de una serie de tendencias psicopatológicas o de personalidades mórbidas o premórbidas. Estas psicopatías corresponden a autopromotores aberrantes, maquiavélicos, narcisistas o paranoides, que aprovechan la situación que les brindan los entornos más o menos turbulentos o desrregulados de las modernas organizaciones para cebarse sobre sus vícimas. O simplemente por envidia, dado que pueden tener empleados que pueden rendir mucho más que ellos y esto les lastima su ego.
Con todo, los agresores abusan y se prevalen corrientemente de su posición de poder jerárquico formal, pero del mismo modo recurren a su poder de tipo informal (los poderes fácticos) dentro de la organización para remediar sus frustraciones a través de la violencia psicológica sobre otros, compensar sus complejos o dar rienda suelta a sus tendencias más agresivas y antisociales.
El acosador escolar
Aunque el acosador escolar no tiene por qué padecer ninguna enfermedad mental o trastorno de la personalidad grave, presenta normalmente algún tipo de psicopatología. Fundamentalmente, presenta ausencia de empatía y algún tipo de distorsión cognitiva. Se le conoce comúnmente como "abusón", "abusica", "matón escolar", "bravucón", "bully", etc.
La carencia de empatía explica su incapacidad para ponerse en el lugar del acosado y ser insensible al sufrimiento de este.
La presencia de distorsiones cognitivas tienen que ver con el hecho de que su interpretación de la realidad suele eludir la evidencia de los hechos y suele comportar una delegación de responsabilidades en otras personas. Así, normalmente responsabiliza de su acción acosadora a la víctima, que le habría molestado o desafiado previamente, con lo que no refleja ningún tipo de remordimiento respecto de su conducta (los datos indican que, aproximadamente, un 70% de los acosadores responden a este perfil).
La psicología actual, por otra parte, identifica en los acosadores escolares la existencia probable de una educación familiar permisiva que les puede haber llevado a no interiorizar suficientemente bien el principio de realidad: los derechos de uno deben armonizarse con los de los demás. La consecuencia es la dificultad para ponerse en el lugar del otro por una carencia de altruismo vinculada a un ego que crece a costa de los demás, meros instrumentos a su servicio, y que tiene un umbral de frustración muy bajo. Algunos autores denominan a este tipo de niño como niño tirano.
Manipulación mental
La manipulación se produce cuando un individuo o grupo de individuos ejerce una toma de control del comportamiento de una persona o de un grupo, utilizando para ello técnicas de persuasión o de sugestión mental, en busca de eliminar las capacidades críticas o de autocrítica de la persona, esto es, su capacidad de juzgar o de rehusar informaciones u órdenes mentales.
Se refiere a un amplio rango de tácticas psicológicas capaces de subvertir el control de un individuo sobre su propio pensamiento, comportamiento, emociones o decisiones. Los métodos por los cuales puede obtenerse tal control (sea directa o sutilmente) son el foco de estudio entre psicólogos, neurocientíficos y sociólogos. Por otra parte, la cuestión del control mental se discute en relación con la televisión, religión, política, prisioneros de guerra, totalitarismo, operaciones encubiertas, manipulación neurocelular, cultos, terrorismo y tortura.
Ciertas formas de manipulación podrían ser altruistas, pero la noción de manipulación mental tiene, por lo general, una connotación negativa que evoca a los manipuladores de comportamiento egoísta o malintencionado. Formas extremas de manipulación serían, por ejemplo, el lavado de cerebro o aquellas conducentes al suicidio o comportamientos colectivos de tipo totalitario y genocida.
El término manipulador es susceptible de afectar a individuos de todos los orígenes sociales. El manipulador típico suele tener una estructura psicológica perversa de tipo psicópata, puede aparecer como simpático o no, incluso como una víctima. Parece que cada uno es más o menos manipulador en el curso de su vida.
De acuerdo con estas definiciones, se pueden distinguir diferentes tipos de manipuladores: aquellos que utilizan a otros sin remordimientos, con un objetivo narcisista de poder, de estafa comercial o con mala intención. Pueden apoyarse en la mentira o en la seducción, incluso en la coacción por la amenaza o la fuerza, o incluso desestabilizando a su víctima por la doble coacción. La manipulación psíquica puede ser una de las herramientas de ciertas formas de tortura.
Puede tratarse de un comportamiento entendido como desviado o perverso, de un desorden de la personalidad, cuyas causas se remontan a la infancia o a la educación del/la manipulador/a, por ejemplo, si este/a mismo/a ha sido manipulado/a por sus padres o educadores. Los psicólogos se ven frecuentemente confrontados a comportamientos manipuladores en los sistemas familiares o socio-profesionales.
La manipulación mental podría ser una forma particular de egoísmo. A menudo el manipulador demanda de los demás un comportamiento socialmente aceptable, sin adecuarse ellos mismos. Se apropia de las ideas de otro, intentando inversamente hacer tomar por otro sus propias responsabilidades. Los argumentos de un manipulador parecen siempre, a primera vista, lógicos y morales. Habitualmente, utiliza pretextos tales como que la norma, el «buen comportamiento» que se debe tener en la sociedad o el grupo, sabiendo utilizar los puntos débiles de los otros, haciendo por ejemplo que se sientan ridículos, culpables o heridos en su pudor, lo cual los ubica o mantiene en una situación mental favorable a la manipulación.
Psicopatía
La psicopatía o sicopatía es un trastorno de la personalidad.
Históricamente, se ha tratado de encuadrar el concepto de psicopatía a un conjunto de características psicológicas y de comportamiento arquetípicas, universales a todas las personas afectadas. Aún hoy en día se da el reduccionismo de considerar como psicopatía sólo a los casos en que se presentan, como elementos antonomásicos del concepto, la falta de afecto, remordimientos o empatía, sumado al uso malicioso de la seducción, la manipulación y la utilización de otras personas para propósitos personales, además de signos secundarios como el narcisismo o la alta capacidad intelectual.
No obstante, los estudios más recientes llevan a relativizar esta concepción estrecha, a fin de no confundir síntomas o signos de otras enfermedades o trastornos mentales, y de considerar también elementos ambientales que pudieran determinar una mayor o menor posibilidad de desarrollar caracteres psicopáticos.
Perverso narcisista
El pervertido narcisista es una persona sin capacidad de empatía real. Su empatía es más bien utilitaria, pues sólo reconoce las necesidades del otro en la medida que sirvan a su propio beneficio. Cabe destacar que tiene algo de morbosidad.
Esta expresión es una personificación de una serie de desviaciones, las cuales se asocian a un conjunto de síntomas descritos en 1986 por Paul-Claude Ramiro como una organización estable caracterizada por la capacidad y el placer de resguardarse de los conflictos internos y en particular del "dolor por el otro," haciéndose valer en detrimento de un objeto manipulado como un utensilio.
Ramiro no intentó caracterizar a individuos particulares en sus primeros escritos. Más bien desarrolló el concepto como "una disfunción en la interacción," concepto retomado por Gérard Bayle, quien explica que la noción de perverso narcisista sirve para describir los procesos perversos en las familias y los grupos.
Es difícil establecer una definición del perverso narcisista; ello sólo es factible mediante el análisis de casos concretos.
El término se acota, pues, de forma empírica y sin consenso de la comunidad médico-científica. Sin embargo, los constructos que más se acercan a este concepto son el Trastorno narcisista de la personalidad y la Psicopatía.
Culpabilización de la víctima
Culpar a la víctima o inversión de la responsabilidad es una actitud que puede aparecer en relación con un crimen o a cualquier tipo de maltrato abusivo, que conlleva considerar que las víctimas de ese suceso son parcial o completamente responsables del mismo. Implica también culpar a los individuos por su malestar personal o sus dificultades sociales, en lugar de por la presencia de otras terceras personas implicadas o el sistema social existente. Inicialmente, la expresión fue acuñada como crítica hacia quienes culpan a los individuos por su malestar personal o sus dificultades sociales, prescindiendo de la responsabilidad de otras terceras personas implicadas o del sistema social existente. Algunos autores califican esa actitud como característica típicamente fascista y otros señalan que con frecuencia el culpar a las víctimas ha surgido en contextos racistas y sexistas, como por ejemplo cuando se argumenta que "una mujer violada que llevaba una falda corta se lo estaba buscando".
Trastorno antisocial de la personalidad
El trastorno de personalidad antisocial (TPA) es una patología psiquiátrica. Las personas que la padecen no pueden adaptarse a las normas sociales, como son las leyes y los derechos individuales.
Si bien puede ser detectada a partir de los 15 años de edad, se estima que los síntomas y características se desarrollan desde la adolescencia. Desde antes de los 15 años puede detectarse una sintomatología similar pero no tan acentuada, se trata del trastorno de conducta.
Las personas que padecen este trastorno se rehúsan a cumplir las normas sociales preestablecidas; no saben y no pueden moldearse a ellas. A pesar de que saben que están haciendo un mal, actúan por pulsión, cometiendo incluso delitos graves. Es común que se confunda este trastorno con otros conceptos parecidos, como podrían ser la conducta criminal o el comportamiento antisocial, pero son trastornos, aunque relacionados, de diferentes características, con otros tratamientos y consecuencias.
De acuerdo con estudios de la conducta antisocial, se ha estipulado la dificultad de identificar este trastorno. Reconsiderando así la falta de atención por medio de agentes externos (ya sea educadores, familiares, etc.) en estas conductas se han dejado pasar por alto muchas de sus características para lograr una identificación de este trastorno en el individuo.
Trastorno narcisista de la personalidad
El trastorno narcisista de la personalidad es un trastorno de la personalidad listado en el DSM IV (1995), dentro del grupo B como (desórdenes dramáticos, emocionales, erráticos o eróticos), conocido históricamente como megalomanía.
En el DSM-5, este trastorno es categorizado como un trastorno de personalidad del Grupo B.1 Las personas con trastornos de personalidad en esta sección a menudo parecen dramáticas, emocionales o erráticas. El trastorno narcisista se caracteriza por un patrón de toda la vida de sentimientos exagerados de autoimportancia, una ansia excesiva de ser admirado, y una capacidad disminuida de empatizar con los sentimientos de otras personas.
Existe en este trastorno un sentido frágil del yo que se convierte en la idea de que se es excepcional.
Este diagnóstico, como otros trastornos de la personalidad, debe ser hecho por un profesional calificado en una entrevista clínica. Tanto el DSM IV como el DSM-5, el diagnóstico de trastorno narcisista de la personalidad requiere que se posean al menos cinco de los siguientes nueve criterios
Un sentido grandioso o pomposo de la propia importancia (exagerar logros y talentos, esperar ser reconocido como superior sin tener logros proporcionales)
Estar absorto en fantasías de éxito poder, brillantez, belleza, o amor ideal ilimitados.
Creerse «especial» y único, y que sólo se puede ser comprendido por, y sólo debería juntarse con, otras personas especiales o de alto estatus personal o institucional.
Requerir excesiva admiración de parte de otros.
Ser muy pretenciosos y sentirse merecedor de tratos favorables especiales o privilegiados de manera exagerada y no equitativa de sus propios derechos. Pensar que se le debe todo y que otros deben cumplir automáticamente con sus expectativas.
Ser explotador en las relaciones interpersonales. Aprovecharse de los demás para conseguir los propios fines (esperar que se les dé todo lo que desee, sin importar lo que ello suponga para los demás, y pueden asumir que los demás están totalmente interesados en su bienestar).
Carecer de empatía y ser reacio a reconocer o identificar las necesidades y sentimientos de los demás.
Ser a menudo envidioso de los demás o creer que los demás les tienen envidia (pueden llegar a denigrar a personas que hayan recibido una felicitación al pensar que ellos son más merecedores de la misma).
Mostrar actitudes y comportamientos arrogantes y altivos o prepotentes.
Acoso laboral
El concepto de acoso laboral en Chile fue incorporado en el artículo 2° inciso 2° del Código del Trabajo, mediante la Ley 20.607, publicada en el Diario Oficial con fecha 08 de agosto de 2012, que lo describe como acto contrario a la dignidad de la persona, “entendiéndose por tal toda conducta que constituya agresión u hostigamiento reiterados, ejercida por el empleador o por uno o más trabajadores, en contra de otro u otros trabajadores, por cualquier medio, y que tenga como resultado para el o los afectados su menoscabo, maltrato o humillación, o bien que amenace o perjudique su situación laboral o sus oportunidades en el empleo.
El acoso laboral cumple con algunas de las siguientes características, que lo distinguen del maltrato laboral:
La conducta de acoso laboral es selectiva.
La acción es silenciosa.
Su objetivo es desgastar a la víctima.
El hostigamiento es reiterado.
No constituye acoso laboral las conductas ocasionales, aisladas o conflictos incipientes, así como el estrés derivado del exceso de trabajo, una amonestación de la jefatura directa, críticas aisladas, o bien las jornadas de trabajo extensas o la prestación de servicios en precarias condiciones laborales no manejables por la jefatura.
Contrario a lo anterior, podemos estar frente a una conducta del tipo acoso cuando “los hostigamientos son reiterados y sistemáticos con la finalidad de humillar y marginar a un determinado trabajador, provocando, incluso, su renuncia, muchas veces acompañada de daños a la salud como depresión, estrés o ansiedad, además de trastornos psicosomáticos”.
Para facilitar la identificación de las conductas del tipo acoso laboral, se presentan algunos ejemplos de acciones y descripciones conductuales, y se entenderá por práctica de acoso laboral la ocurrencia reiterada de una o más de este tipo de acciones o conductas, entre otras:
Gritar, avasallar o insultar a la víctima cuando está sola o en presencia de personas.
Asignar objetivos o proyectos con plazos que se saben inalcanzables o imposibles de cumplir, y tareas que son manifiestamente inacabables en ese tiempo.
Sobrecargar selectiva mente a la víctima con mucho trabajo.
Amenazar de manera continuada a la víctima o coaccionarla.
Quitar áreas de responsabilidad clave, ofreciéndole a cambio tareas rutinarias, sin interés o incluso ningún trabajo que realizar.
Modificar las atribuciones o responsabilidades de su puesto de trabajo, sin decir nada al trabajador/a.
Tratar de una manera diferente o discriminatoria, usar medidas exclusivas contra él/ella, con vistas a estigmatizarle ante otros/as compañeros/as o jefaturas.
Ignorar o excluir, hablando solo a una tercera persona presente, simulando su no existencia o su no presencia física en la oficina o en las reuniones a las que asiste (como si fuera invisible).
Retener información crucial para su trabajo o manipularla para inducirle a error en su desempeño laboral, y acusarle después de negligencia o faltas profesionales.
Difamar a la víctima, extendiendo por la Institución rumores maliciosos o calumniosos que menoscaban su reputación, su imagen o su profesionalismo.
Ignorar los éxitos profesionales o atribuirlos maliciosamente a otras personas o a elementos ajenos a él, como la casualidad, la suerte, la situación del mercado, etc.
Criticar continuamente su trabajo, sus ideas, sus propuestas, sus soluciones, etc.
Castigar duramente o impedir cualquier toma de decisiones o iniciativa personal en el marco de sus atribuciones.
Ridiculizar su trabajo, sus ideas o los resultados obtenidos ante los demás trabajadores, caricaturizándolo o parodiando.
Animar a otros compañeros/as a participar en cualquiera de las acciones anteriores mediante la persuasión, la coacción o el abuso de autoridad.
Sin duda, la propia víctima es la primera que debiera percatarse de su calidad de tal y la primera medida a adoptar debiera ser la de una reacción temprana y oportuna. Lamentablemente, en los casos que conocemos o que podemos considerar habituales, la víctima no reacciona sino cuando ya la única alternativa que vislumbra como posible es el alejamiento de la organización empresarial; dicho de otra forma, cuando ya el acoso ha funcionado como tal.
¿A qué indemnización tiene derecho el trabajador que pone término a su contrato por acoso laboral?
Tiene derecho a la indemnización que se haya convenido individual o colectivamente. Si no existe ese convenio, le corresponden 30 días de la última remuneración por cada año de servicio, hasta un tope de 330 días (11 meses de sueldo). El tribunal junto con ordenar el pago de la indemnización puede aumentarla hasta en un 80 por ciento, atendida la causal de acoso laboral. A eso se suma el pago del mes de aviso y otras indemnizaciones a las que eventualmente tuviera derecho el trabajador.
¿Qué disposiciones se establecen para los funcionarios públicos y municipales?
Se incorpora al Estatuto Administrativo y al Estatuto Administrativo para Funcionarios Municipales una norma para que los funcionarios tengan prohibido realizar todo acto calificado como acoso laboral.
la persona que está ejerciendo el acoso laboral es un compañero de trabajo, el trabajador o trabajadora debe hacer llegar su reclamo por escrito a la dirección de la empresa, establecimiento o servicio en que trabaja, con el objeto que el empleador adopte medidas eficaces para proteger su vida y salud, conforme al deber de protección dispuesto en el artículo 184 del Código del Trabajo. Por su parte, si luego de poner en conocimiento de la empresa, no se adopta ninguna medida para dar solución a los hechos, correspondería interponer una denuncia en la respectiva Inspección del Trabajo.
Acoso sexual
es una conducta no deseada de naturaleza sexual en el lugar de trabajo, que hace que la persona se sienta ofendida, humillada y/o intimidada. Es un término relativamente reciente que describe un problema antiguo.
Se identifican el acoso sexual como una manifestación de la discriminación de género y como una forma específica de violencia contra las mujeres. El acoso sexual es una violación de los derechos fundamentales de las trabajadoras y los trabajadores, constituye un problema de salud y seguridad en el trabajo y una inaceptable situación laboral.
Para el análisis del acoso sexual es preciso formular dos conceptos básicos:
Discriminación contra la mujer o discriminación de género: toda distinción, exclusión o restricción basada en el sexo que tenga por objeto o por resultado menoscabar o anular el reconocimiento, goce o ejercicio por las mujeres de los derechos humanos y las libertades, como los derechos laborales.
Violencia contra la mujer: toda acción o conducta basada en su pertenencia al sexo femenino que tenga o pueda tener como resultado su muerte, daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico, así como las amenazas de tales actos, la coacción o la privación de libertad, tanto si producen en la vida pública como en la privada. La violencia es la manifestación más grave de la discriminación contra las mujeres.
¿Cómo se manifiesta el acoso sexual?
El acoso sexual puede presentarse de distintas maneras:
1. Como chantaje: cuando se condiciona a la víctima con la consecución de un beneficio laboral −aumento de sueldo, promoción o incluso la permanencia en el empleo− para que acceda a comportamientos de connotación sexual.
2. Como ambiente laboral hostil en el que la conducta da lugar a situaciones de intimidación o humillación de la víctima. Los comportamientos que se califican como acoso sexual pueden ser de naturaleza:
Física: violencia física, tocamientos, acercamientos innecesarios
Verbal: comentarios y preguntas sobre el aspecto, el estilo de vida, la orientación sexual, llamadas de teléfono ofensivas.
No verbal: silbidos, gestos de connotación sexual, presentación de objetos pornográficos.
Algunos ejemplo
Contacto físico innecesario y no deseado.
Observaciones molestas y otras formas de acoso verbal.
Miradas lascivas y gestos relacionados con la sexualidad.
Petición de favores sexuales.
Insultos, observaciones, bromas e insinuaciones de carácter sexual.
Comentarios, bromas, gestos o miradas sexuales.
Manoseos, jalones o pellizcos en forma sexual.
Restregar a la víctima contra alguien de un modo sexual.
Propagar rumores sexuales acerca de la víctima.
Jalar la ropa de manera sexual.
Mostrar, dar o dejar imágenes sexuales, fotografías, ilustraciones, mensajes o notas sexuales.
Escritos, mensajes (pintas, grafitis) sexuales acerca de la víctima, en paredes de los baños, vestuarios, etc.
Forzar a besar a alguien o a algo más que besar
Llamar a la víctima “gay” o “lesbiana”.
Espiar mientras se cambia o está encerrada en un sanitario.
La utilización o exhibición de material pornográfico.
¿Quién puede ser objeto de acoso sexual?
Tanto hombres como mujeres son objeto de acoso sexual, si bien los estudios ponen de relieve que la mayoría son mujeres. La investigación muestra que el tipo de mujer más vulnerable al acoso sexual es la mujer joven, económicamente dependiente, soltera o divorciada y con estatus de inmigrante.
Con respecto a los hombres, aquellos que sufren un mayor acoso son los jóvenes, homosexuales y miembros de minorías étnicas o raciales.
¿Quién puede acosar?
El acoso puede provenir de propietarios, directivos o empleados con jerarquía, clientes, proveedores y compañeros de trabajo.
Pueden ser hombres y mujeres, destacando estadísticamente el acoso de hombres hacia mujeres.
El acoso sexual entre personas del mismo sexo es reciente pero con una tendencia ascendente
Acoso sexual, relaciones de poder y condiciones de trabajo
El acoso sexual es una manifestación de relaciones de poder. Las mujeres están más expuestas a ser víctimas del acoso sexual precisamente porque se encuentran en posiciones de menos poder, más vulnerables e inseguras, a veces tienen más baja autoestima y menor confianza en ellas mismas.
Pero también pueden ser objeto de acoso cuando se las percibe como competidoras por el poder, por tanto, el acoso sexual afecta a mujeres en todos los niveles jerárquicos y tipos de trabajo.
El acoso sexual forma parte e influye en las condiciones de trabajo.
El hostigamiento sexual perjudica las condiciones de trabajo. Es uno de los factores de riesgo que aparecen en investigaciones de salud ocupacional que han contemplado el conjunto de condiciones de trabajo y han incorporado las experiencias y la voz de las trabajadoras.
¿Qué consecuencias tiene en la salud y en el empleo?
Para las víctimas
Sufrimiento psicológico: como humillación, disminución de la motivación, pérdida de autoestima.
Cambio de comportamiento, como aislamiento, deterioro de las relaciones sociales.
Enfermedades físicas y mentales producidas por el estrés, incluso suicidio.
Riesgo de pérdida de trabajo.
Aumento de la accidentalidad.
Para los empleadores
Disminución de la productividad de la empresa debido a:
Peligro del trabajo en equipo,
Des motivación.
Absentismo.
Alta rotación de recursos humanos.
Gastos por procedimientos administrativos e indemnizaciones.
Dificultad para llenar las vacantes en aquellos lugares de trabajo señalados por problemas de acoso sexual.
Deterioro de las relaciones laborales
Para la sociedad
Costes a largo plazo para la reintegración de las víctimas.
Incremento de la violencia de género, violencia laboral, discriminación en el empleo, segregación ocupacional.
Gastos en procesos legales y penales.
Dificultad para el acceso de las mujeres a trabajos de alto nivel y buenos salarios, tradicionalmente dominados por los hombres.
¿Qué barreras, temores y creencias pueden tener las personas víctimas de acoso sexual?
Temor a hablar de lo ocurrido: la sexualidad humana sigue siendo un tema tabú del que no se quiere hablar ni reflexionar.
Temor a ser victimizada: por negligencia, indiferencia, torpeza de quien recibe la demanda o denuncia.
Temor a la crítica de los compañeros de trabajo: presión de sus superiores y compañeros y compañeras de trabajo por presentar la queja interna o denuncia judicial.
Desconocimiento de derechos: desconocimiento o inciertas referencias de los procedimientos que se deben seguir.
Temor a no encontrar medios probatorios: dificultades probatorias y eventual costo alto de los trámites ulteriores.
Desconfianza en los mecanismos, por desconocimiento o desprestigio de estos.
Temor a la no confidencialidad ni reserva del hecho: publicidad de los sucesos en el lugar de trabajo, que expone la intimidad de quien ha sido objeto de acoso
La mala interpretación: haber interpretado mal los hechos ocurridos.
Culpabilidad: se sienten culpables y se preguntan si no propiciaron el acoso sexual por la forma amable de relacionarse o por la vestimenta, actitudes, etc.
La incomprensión del hecho: no haber comprendido o interpretado erróneamente el límite de la tolerancia entre la torpeza y el acoso sexual.
La relación con quien acosa: precisar la situación actual cuando hubo alguna relación anterior con quien acosa.
El temor a las represalias: tanto las represalias abiertas o encubiertas, incluso a que haya más acoso.
Pérdida de oportunidad: pérdida de condiciones laborales, obstáculos futuros para ascensos o el des-pido.
Pérdida de derechos: negación, peligro, afectación o pérdida de derechos adquiridos o en expectativa.
El concepto de acoso sexual en Chile fue incorporado en el artículo 2° inciso 2° del Código del Trabajo, mediante la Ley 20.005, publicada en el Diario Oficial con fecha 18 de marzo de 2005, indicando que ocurre cuando una conducta no deseada, de naturaleza sexual, interfiere con el trabajo individual y se constituye en una forma de comportamiento inaceptable, que atenta contra los derechos fundamentales de la persona. Para su definición, se tendrá como referencia el artículo 1° de la Ley N° 20.005, que entiende por tal conducta “el que una persona realice en forma indebida, por cualquier medio, requerimientos de carácter sexual, no consentidos por quien los recibe y que amenazan o perjudican su situación laboral o sus oportunidades en el empleo
Denuncia y atención a víctimas de delitos sexuales, Permite denunciar y acceder a atención como víctima de un delito sexual. Carabineros de Chile acoge la solicitud y entrega orientación para efectos de la tramitación legal posterior.
Diríjase a la unidad de la Policía de Investigaciones de Chile (PDI) más cercana.
Explique el motivo de su visita: realizar una denuncia de un delito.
Entregue el antecedente requerido, explique los hechos y firme la denuncia.
Como resultado del trámite, habrá denunciado un delito.
TELÉFONO
Llame al teléfono 134.
Explique el motivo de su llamado: realizar una denuncia de un delito.
Explique los hechos.
Como resultado del trámite, habrá denunciado un delito.